Uno de los mas grandes enemigos que tenemos y que nosotros mismos por decisión propia creamos y perpetuamos es "quejarnos".
Quejarnos del presidente, quejarnos del comité de vecinos del barrio o la colonia, quejarnos de nuestro jefe y la empresa donde estamos, quejarnos del centro de estudio donde estamos.
Quejarnos y quejarnos ha sido la costumbre de la humanidad y sigue siendo una práctica muy popular hoy en día y contiene tanta negatividad que toda la frustración que vivimos respecto a salud, finanzas y relaciones personales se entrampa en el arte de quejarnos que hemos desarrollado y lo tenemos tan bien justificado que nos hemos convencido que es necesario para poner las cosas en su lugar.
La ley de atracción agrega más pensamientos de la misma clase que aquellos en los cuales nos enfocamos, por lo tanto, cuando seguimos quejándonos de algo también encontramos evidencia de que estamos en la correcto, muchas personas empiezan a apoyarnos, encontramos artículos con prueba fidedigna y datos específicos que apoyan nuestra queja, encontramos que no estamos solos en las redes sociales al respecto que nos quejamos.
Sin darnos cuenta empezamos a sufrir migrañas, somos menos productivos en el trabajo y nuestras relaciones empeoran en el ambiente laboral, en nuestro vecindario y, peor aun, en el seno de nuestro hogar.
Talvez logremos resolver algo a nuestra manera, demostrar que tenemos la razón en algún tema, pero no vamos a ganar calidad de salud, verdadera productividad económica y muchas relaciones serán ciertamente dañadas. No nos damos cuenta que sea que nos empecinemos o no en justificar nuestra queja, la vida siempre, como dice la canción, "seguirá su rumbo ya trazado".
Porque la gran diferencia para nosotros y el mundo no la logramos cuando nos quejamos y resistimos y contradecimos y nadamos en contra de la corriente. La gran diferencia la hacemos cuando crecemos como mejores personas y nuestra influencia positiva hace que el ambiente mejore, que más personas estén contentas y la buena vibración crea un mundo mejor naturalmente.
Ese crecimiento natural y estupendo de la experiencia humana lo truncamos, o al menos, lo desaceleramos cuando hacemos, de quejarnos, una práctica habitual.
Haga la prueba hoy, procure pasar un día sin quejarse de nada, y se dará cuenta de lo que se ha estado perdiendo. Lo más importante no son mis palabras si no su experiencia personal.
Haga la prueba hoy, procure pasar un día sin quejarse de nada, y se dará cuenta de lo que se ha estado perdiendo. Lo más importante no son mis palabras si no su experiencia personal.
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