La ley de la atracción dice que nosotros atraemos lo que somos. Tal vez por eso no es muy popular, porque es difícil aceptar que cualquier cosa que le esté pasando a uno es porque uno mismo es el responsable de ello.
Sin embargo, desde un enfoque más práctico y más positivo, de hecho, más ventajoso para uno mismo, eso es bueno, porque si uno es el responsable de cualquier cosa que le sucede, uno también puede aprender a enfocar sus pensamientos para atraer cosas buenas a la vida de uno.
Crear con el pensamiento es algo que requiere mucha práctica. Y después de muchísimos años que hemos pasado creando de la forma contraria, desaprender tal habilidad requiere mucho empeño, y podría para algunos sonar como algo imposible.
Entender la mecánica que esto implica podría facilitar las cosas. Suele suceder que cuando no se entiende cómo funciona algo, se cree que no funciona. La ley de la atracción dice que uno atrae a su vida según como sean sus vibraciones. Es decir, uno puede estar pensando todo el tiempo en el dinero, y eso lo puede confundir, porque podríamos razonar de esta manera: “Si yo todo el tiempo pienso en el dinero, que lo tengo, que es mío, y este no viene hacia mí, entonces no es cierto que yo atraigo lo que me enfoco a pensar”.
Aquí es donde entran las emociones. Uno puede estar deseando dinero. Pero si a la hora que piensa en sus facturas se preocupa, siente temor que no las va a poder pagar, y es posible, que hasta maneje enojo contra sus acreedores, entonces la vibración que se está emitiendo no es una de atraer dinero, sino de falta de dinero. Y por lo tanto, es lo que sigue atrayendo a su vida. Es muy sencillo ¿Verdad?
Y a eso nos referimos con vibraciones en este contexto, no exactamente, pero más o menos el manejo de las emociones. Es asombroso el efecto de las emociones en las cosas que atraemos hacia nuestra vida.
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